La decoración mínima, sencilla y pulcra. Las formas vigorosas que tocan el alma.

 

El salón tenía un aire airosamente sobrio. Las líneas limpias de las paredes en tono beige cobrizo, las ventanas de vidrio traslúcido que filtraban una luz dorada y suave. Mobiliario escaso pero de calidad, conjunto de tres sillones de cuero marrón y un amplio sofá de dos plazas, de líneas puras. Un par de mesitas auxiliares con superficies de cristal negro, a juego con las patas de acero inoxidable.
La sencillez al servicio de la elegancia. Nada que distrajese la atención ni barnizase demasiado la estancia.

Una sola pieza de arte, un boceto geométrico en rojo azafrán, presidía la pared principal. Sujeto a un marco sencillo de aluminio plateado. Todo en su punto justo, nada sobraba ni faltaba.

La decoración mínima, la simple, se le denomina decoración minimalista. Dotada de fuerza y personalidad propia. No necesita de excesos ni brillos para moldear un espacio sumamente atractivo y sofisticado.

¿Cómo se le dice a la decoración simple? Minimalista. Un estilo que refleja el gusto por lo esencial, por destilar lo auténtico.

La decoración minimalista también habla de buen gusto y estética refinada. Elimina lo superfluo y se concentra en potenciar la belleza intrínseca de cada elemento por separado, para que estos, uniéndose, creen un conjunto majestuoso en su simplicidad.

Nada es fruto del azar en un espacio minimalista. Cada detalle está meticulosamente estudiado para armonizar y plasmar la imagen deseada. Las líneas, las proporciones, la disposición de los volúmenes y los vacíos, la selección cromática, todo confluye hacia una sensación de serenidad y pureza contemplativa.

El minimalismo deslumbra por lo que calla, no por lo que grita. Su narrativa se articula en silencios elocuentes, en blancos que también dicen. La ausencia es tan importante como la presencia.

Una mesa de cristal, un gran manto de piel, unas velas. Bastan estos tres elementos para conformar un rincón minimalista de ensueño. Son la quintaesencia de este estilo, que asemeja el confort a la soledad de un desierto virgen.

La decoración simple, cuando es honesta y está bien ejecutada, bebe de lo intemporal y trasciende las tendencias. Ha calado hondo en los gustos de un público cada vez más exigente, ávido de belleza pura y esencial.

¿Cómo se dice, pues, a este particular minimalismo decorativo? Su nombre es decoración minimalista.

La decoración minimalista ha llegado para quedarse. Se ha convertido en un estilo de vida para muchos, que ven en ella una filosofía de existencia despojada de artificios, cargada de significado.

Cada objeto de un espacio minimalista es un editor de realidad. Nos habla de quien lo habita, de su claridad mental y su buen gusto. Nos ofrece las claves para descifrar su personalidad minimalista y saborearla.

El minimalismo invita a la reflexión. Nos fuerza a mirar dentro y cuestionarnos sobre aquello que en verdad importa en nuestras vidas. Nos despoja de lo accesorio para que podamos atisbar lo esencial.

Vivir y decorar en minimalista es elegir la libertad. Librarse del exceso de cosas, de opiniones, de ruido; para encontrar la tranquilidad. Es despojarse de ataduras materiales y forjarse un espíritu sereno.

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunos espacios ejercen sobre ti una Paz tan profunda? ¿Por qué ciertos ambientes te reconfortan el alma? La respuesta puede encontrarse en el minimalismo. **Un minimalismo sincero, que resume en pocas pero certeras pinceladas todo un discurso estético y filosófico. **

La decoración simple está para vivirla, contemplarla y disfrutar de ella. Es un lujo al alcance de cualquiera que sepa apreciar su elegancia silenciosa. Su belleza, parca pero intensa, se revela día tras día. Nos hace mejores personas y nos regala momentos de beatitud en medio del caos cotidiano.

¿Cómo llamar, pues, a tan refinada descrépida? Decoro Minimalista.

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